Bio: Castellano


La banda franco-argentina NANAeNADA, liderada por la cantante y compositora francesa Nana, lanza su disco debut, “Volée”, en el que propone un original cóctel de composiciones propias que podrían enmarcarse en un nuevo género titulado “chanson pop porteña”.

Con la producción musical y guitarras de Germán Tschudy y acompañada por Katja Bürer en contrabajo, Pablo Droeven en teclado y Pablo Belmès en percusión, la multifacética Nana, parisina radicada en Buenos Aires, seduce en “Volée” con un trip hipnótico, juguetón y a la vez profundo, en el que sus raíces francesas, sus estudios como cantante lírica y su vida porteña de artista bohemia y transgresora confluyen en un todo musical personalísimo que cobra mayor envergadura aún en sus shows en vivo.
En sus conciertos, NANAeNADA despliega una puesta en escena kitsch y colorida, recreando un cabaret freak y moderno.

El disco tiene como invitados a los músicos Pablo Gignoli en bandoneón, Pablo Bursztyn en sitar, Analía Rosenberg en acordeón, Sebastián Ricciardi en batería, Patricio Cosentino en tuba y Santiago Río en guitarra.

Dice Nana: “Volée es el resultado de muchos viajes en búsqueda de un sonido propio. Las canciones nacieron de letras en donde prevalece la sonoridad y la palabra como valija, hablando de viajes y de amores. En 2008, el encuentro con los músicos de NANAeNADA impulsó a que las que eran originalmente canciones intimistas (creadas en una pequeña habitación con vista a Montmartre) cobraran otra vida a través de nuevos arreglos y del diálogo con el público argentino. El talentoso Germán Tschudy tuvo la delicada tarea de traducir en un disco la psicodelia del vivo y de hacer convivir estilos muy eclécticos: de la chanson pop a la cumbia, pasando por un tango francés de los años 30 grabado de una sola toma en Ion. Las influencias son principalmente la chanson francesa actual y mestiza, y por parte del productor, las bandas actuales de Brooklyn o de Londres. Volée es como un puente entre varias culturas, varios lugares, varias voces, un wonderland en el que el viaje nunca termina, en el que el niño nunca se calla. Uno se sube al trencito pasando por lugares a veces oscuros y profundos, otras veces fútiles y alegres, a medida que cambian las estaciones de la vida. Uno nace en un lugar con el viaje adentro y lleva los caprichos de su niño eterno en una mochila, para seguir volando”.

Prensa: 
Marta del Pino
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